La piel del rostro es una de las partes más delicadas y expuestas de nuestro cuerpo, por lo que requiere de una atención especial para mantenerla sana, bonita y luminosa. No basta con lavarse la cara y aplicar una crema hidratante, sino que hay que seguir una rutina facial adecuada a nuestro tipo de piel y a nuestras necesidades. En este artículo te explicamos cómo cuidar tu piel paso a paso y te damos algunos consejos de belleza facial que te ayudarán a lucir un cutis radiante.
¿Qué es una rutina facial?
Una rutina facial es el conjunto de hábitos y productos que usamos para limpiar, tratar y proteger nuestra piel a diario. Una buena rutina facial nos permite eliminar la suciedad, las impurezas y el maquillaje que se acumulan en los poros, prevenir y combatir los signos del envejecimiento, hidratar y nutrir la piel, regular el sebo y el pH, y protegerla de los agentes externos como el sol, la contaminación o el estrés.
¿Cuántos pasos debe tener una rutina facial?
No hay una respuesta única a esta pregunta, ya que depende de cada persona y de su tipo de piel. Sin embargo, podemos establecer unos pasos básicos que deberían formar parte de cualquier rutina facial, tanto por la mañana como por la noche:
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Limpieza
El primer y más importante paso es limpiar la piel con un producto adecuado a nuestro tipo de piel (gel, leche, aceite, agua micelar, etc.) y con agua tibia. Además, de esta forma eliminamos el exceso de grasa, las células muertas, el maquillaje y las bacterias que pueden provocar infecciones o acné. Por la noche se recomienda hacer una doble limpieza, es decir, usar primero un producto que disuelva el maquillaje y luego otro que limpie en profundidad.
Tónico
El segundo paso es aplicar un tónico facial con un algodón o con las manos, dando suaves toques sobre el rostro. El tónico ayuda a restaurar el pH de la piel, a cerrar los poros, a refrescar y a preparar la piel para los siguientes productos. Hay que elegir un tónico que no contenga alcohol ni perfume, y que se adapte a nuestro tipo de piel (seca, grasa, mixta, sensible, etc.).
Sérum
El tercer paso es aplicar un sérum, que es un producto concentrado que contiene ingredientes activos que penetran en las capas más profundas de la piel y que tienen una función específica, como hidratar, iluminar, reafirmar, antiarrugas, antimanchas, etc. Hay que elegir un sérum que se ajuste a nuestro objetivo y a nuestro tipo de piel, y aplicarlo con un suave masaje ascendente sobre el rostro y el cuello. El sérum se absorbe rápidamente y potencia el efecto de la crema hidratante.
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Contorno de ojos
El cuarto paso es aplicar un producto específico para el contorno de los ojos, que es una zona muy sensible y propensa a las arrugas, las bolsas y las ojeras. El contorno de ojos se aplica con el dedo anular, dando pequeños toques desde el lagrimal hasta el extremo del ojo, sin frotar ni estirar la piel. Hay que elegir un contorno de ojos que se adapte a nuestras necesidades, como hidratante, antiedad, descongestionante, etc.
Crema hidratante
El quinto paso es aplicar una crema hidratante que aporte a la piel la humedad y los nutrientes que necesita para estar suave, elástica y protegida. Hay que elegir una crema hidratante que se adapte a nuestro tipo de piel y a nuestro clima, y aplicarla con un suave masaje ascendente sobre el rostro y el cuello, evitando el contorno de los ojos. Por la mañana se recomienda usar una crema hidratante con factor de protección solar, y por la noche una crema nutritiva o regeneradora.
Protección solar
El sexto y último paso es aplicar un producto de protección solar que nos proteja de los rayos UV, que son los principales responsables del envejecimiento prematuro, las manchas y el cáncer de piel. Sin embargo, hay que elegir un producto de protección solar que tenga un factor SPF de al menos 30, y que sea adecuado a nuestro tipo de piel y a nuestra exposición al sol. Hay que aplicarlo sobre la crema hidratante, media hora antes de salir de casa, y reaplicarlo cada dos horas o después de sudar o mojarse.
¿Qué otros pasos se pueden incluir en una rutina facial?
Además de los pasos básicos que hemos mencionado, hay otros pasos que se pueden incluir en una rutina facial para mejorar el aspecto y la salud de nuestra piel, pero que no se deben hacer a diario, sino una o dos veces por semana, según nuestra necesidad:
Exfoliación
La exfoliación consiste en eliminar las células muertas que se acumulan en la superficie de la piel, y que pueden obstruir los poros, dar un aspecto apagado y dificultar la absorción de los productos. Para exfoliar la piel se puede usar un producto específico que contenga partículas abrasivas, o un cepillo o una esponja suave. Hay que hacerlo con movimientos circulares y suaves, sin frotar ni irritar la piel, y luego aclarar con agua tibia. La exfoliación deja la piel más lisa, luminosa y receptiva.
Mascarilla
La mascarilla es un producto que se aplica sobre la piel limpia y se deja actuar durante un tiempo determinado, según las indicaciones del fabricante. La mascarilla tiene una función intensiva, ya que aporta a la piel una dosis extra de hidratación, nutrición, limpieza, firmeza, luminosidad, etc. Hay muchos tipos de mascarillas, como de arcilla, de tela, de gel, de crema, etc., y hay que elegir la que mejor se adapte a nuestro tipo de piel y a nuestro objetivo. La mascarilla se retira con agua tibia o con una toalla húmeda, y se aplica después el tónico y la crema hidratante.
Consejos de belleza facial
Además de seguir una rutina facial adecuada, hay otros consejos de belleza facial que podemos tener en cuenta para cuidar nuestra piel y mejorar su aspecto:
Beber mucha agua
El agua es esencial para mantener la piel hidratada, elástica y libre de toxinas. Se recomienda beber al menos dos litros de agua al día, y evitar el consumo excesivo de alcohol, café y bebidas azucaradas, que deshidratan la piel y favorecen la aparición de arrugas y manchas.
Llevar una alimentación equilibrada
La alimentación influye directamente en la salud y la belleza de nuestra piel, por lo que hay que llevar una dieta variada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, pescado y carnes magras, que nos aporten vitaminas, minerales, antioxidantes y ácidos grasos esenciales. Asimismo, hay que evitar el consumo de alimentos procesados, fritos, grasos y azucarados, que provocan inflamación, acné y envejecimiento.
Dormir bien
El sueño es el momento en el que la piel se regenera y se repara, por lo que es fundamental dormir entre 7 y 8 horas al día, y hacerlo en un ambiente oscuro, silencioso y fresco. Dormir bien nos ayuda a prevenir las ojeras, las bolsas, las arrugas y la falta de luminosidad, y a lucir un rostro más descansado y rejuvenecido.
Hacer ejercicio
El ejercicio físico es beneficioso para la piel, ya que mejora la circulación sanguínea, la oxigenación, la eliminación de toxinas y la producción de colágeno y elastina, que son las fibras que sostienen y dan firmeza a la piel. Se recomienda hacer al menos 30 minutos de ejercicio al día, y hacerlo con ropa cómoda y transpirable, y con la piel limpia y protegida del sol.
Conclusión
La piel del rostro exige cuidado especial. Desde la limpieza hasta la protección solar, cada paso de una rutina facial adecuada contribuye a la salud y luminosidad de tu cutis. Por ende, no hay una talla única, pero la limpieza, tónico, suero, contorno de ojos, crema hidratante y protección solar forman la base. Exfoliación y mascarillas, aplicadas con moderación, intensifican resultados.
Recuerda hidratarte, mantener una dieta equilibrada, descansar bien y hacer ejercicio. El agua, nutrición y sueño son esenciales. Incorpora estos cuidados a tu rutina diaria y observa cómo tu piel responde con resplandor. Tu rostro merece la atención que lo mantendrá saludable y luminoso.
